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  • Foto del escritorGonzalo Albano Gutiérrez

Hecho en Cojedes: Diablitos danzantes de Tinaquillo

Actualizado: 17 jun 2020



Gonzalo Albano Gutiérrez


Cojedes.- Los diablitos danzantes de Tinaquillo cuentan con una amplia declaratoria patrimonial que va desde lo municipal a lo universal, sin embargo, lo más preciado para ellos es permanecer en la memoria de cada llanero y poner en alto el nombre de Tinaquillo y Cojedes.


Según Carlos Cabrera, capataz de la diablada desde hace 29 años, su historia es mágica. Aunque existen antecedentes más antiguos, fue en 1920 cuando el párroco Luis María Sucre, de la mano del activista cultural Luis Roche, incorporó la celebración católica al pueblo tinaquillero.


Luego, la tradición vivió un paréntesis de unos 7 años, pero finalmente reapareció. En esencia, la tradición es la misma. Sin embargo se nota la influencia de los capataces y los diablos viejos, que tenían su ritmo, frecuencia y repertorios en la danzas. No se permitían niños ni mujeres y las trochas o recorridos eran distintos.


Primer niño y mujeres danzantes


En 1964 se incorporó al primer niño “diablo”, Elio Machado. Mucho después las mujeres se abrieron paso. Nélida e Isbelia Cabrera, Ana Mercedes Martínez, María Rolzi y Carolina Canache son las pioneras.


Para ser un diablito sólo se necesitan las ganas y ser católico bautizado. La edad no es impedimento, pues el más joven tiene 3 años y el mayor 60. Los capataces son elegidos por liderazgo. Los predecesores de Cabrera fueron el fundador Luis Roche, “El Negro” Castellanos y el maestro Luis Aponte, quien marcó un hito como el primer líder derrocado por su grupo en un acto en el poblado de Yagua (Car). A éste le siguieron Ramón Pérez y Elio Romero.


Luis Cabrera, director administrativo y danzante desde hace 51 años, explicó junto a su hermano que el baile de esta generación es más físico, por lo que hay que tener resistencia y ensayar constantemente para aguantar las exigentes trochas.


El traje de diablito, características e influencias culturales


El traje del diablito tinaquillero tiene influencias españolas e indígenas con el rojo y el negro como colores predominantes, la tela original de la camisa roja era el satén, pero ya eso no es una norma.


La pechera de cada diablito es una creación única, exhiben en ella pequeños espejos incrustados, con lentejuelas, canutillos; bisutería y un arte basado en cruces, vírgenes o santos católicos; a lo largo de las mangas poseen flecos de tela negra con campanillas o cencerros.


En cuanto al pantalón, se presentan negros, bombaches a media pierna, con flecos rojos, pañuelos multicolores fijados en la cintura, pequeñas zumbas y medias negras.


Las máscaras, que son de tela metálica, con fino arte humanizado, no siempre son de aterradores gestos, pero sí con exuberantes ojos y dentaduras, pintados a pulso por los diablos con más experiencia y técnica; por la parte posterior, tiene un velo rojo, que al igual que la pechera es bordado y se puede apreciar cuando el danzante está de espalda; los cachitos son de madera y en la punta llevan un moñito de estambre en rojo y negro.


Las alpargatas no han variado mucho, llevan cosidas sus lentejuelas y sus motas de lana rojinegra, pero lo más importante es la suela, que es de Neolite, para evitar los peligrosos resbalones y para que aguante, la fricción, la temperatura y los embates de bailar parejo al menos 7 trochas.


A diferencia de otras agrupaciones pertenecientes a la Cofradía Nacional de Diablos Danzantes de Venezuela, los llaneros tienen como particularidad, junto a los “demonios” de Guacara, que son los únicos que utilizan máscaras con forma humana.



Preparación y ritual


Son 7 ensayos oficiales que comienzan el domingo después de la Semana Santa, a pleno sol durante 4 o 6 horas para poder pulir la técnica del baile, pasos, coreografías y adquirir resistencia física. El día previo al Corpus Christi, hacen una vigilia, colocan un altar, oran, reza su rosario, hacen sus peticiones y toman café y chocolate hasta las 12:00 AM.


El esperado día tienen que llegar a las 6:00 AM, colocarse la indumentaria inferior y la franela roja, luego toman una vela, la llevan al altar instalado cerca del punto de partida y hacen una petición y piden permiso para cumplir la jornada.


Seguidamente se ponen sus protecciones internas, unas pequeñas cruces de palma bendita, se terminan de trajear, el capataz sale a la calle con el cuatrista y procede a llamarlos. Después se van en alegre procesión por las calles del pueblo, hasta la iglesia. (Ningún integrante puede transgredir la línea del capataz, porque es considerado pecado.


Al llegar al templo se ubican en la nave central y desde que llegan se rinden, se hincan, sin hacer el más mínimo movimiento por estar ante la presencia de Dios; pero el momento más especial, espiritual y mágico es cuando el párroco levanta la hostia y están ante el sagrado y santísimo sacramento del altar, ahí tienen que tener más quietud. Al terminar la misa, salen de la iglesia, sin dar la espalda a ningún santo porque es una normativa de los diablitos.



Ya afuera los diablitos se liberan y comienza la fiesta y las múltiples danzas, encabezadas por la de la culebra, luego se dirigen a la plaza Bolívar a ponerle una ofrenda al padre de la patria.


El domingo luego del Corpus Christi, repiten la faena en la iglesia por un acuerdo entre ambas instituciones, seguidamente, cumplen con 7 trochas para mostrar y difundir en las calles y pueblos la tradición, 4 de esas trochas se realizan en comunidades de Tinaquillo y el resto se dividen entre Tinaco, San Carlos, La Aguadita, Macapo, Vallecito y un lugar no visitado cada año.


Repertorio de danza


Por su puesto que el cuatro y las maracas son fundamentales en la región llanera, pero con elementos indígenas como el baile de la culebra, el baile del sebucán y sus matices e influencias españolas con la polka o matrimonio, la danza del pañuelo, el teje de la cinta, el golpe de diablo, además de la danza del muerto que no está activa desde un viejo incidente, pero pronto se retomará.



La limosna y el encierro del niño


Entre las costumbres y rituales están la de la limosna y la encerrona del niño, la primera es realizada por el diablo suelto, quien, como una especie de chamán, con un pañuelo hace cruces, limpiezas espirituales y bendiciones de la cabeza a los pies, al finalizar pone la mano sobre el hombro a cambio de la limosna.


La encerrona del niño consiste en emboscar a un niño entre varios diablos, bailarlo, levantarlo y a veces hasta se lo llevan, eso casi siempre termina en susto y llanto.


Cifras


1996

Año en el fueron nombrados patrimonio del municipio Falcón (hoy Tinaquillo).

1997

Elegidos en ese lapso de tiempo patrimonio y máxima representación cultural del estado Cojedes.

2003

Los diablitos de Tinaquillo, son reconocidos por el ministerio de cultura como bien de interés cultural del país.

2012

Se hace realidad la declaratoria de la Unesco que los convierte en patrimonio inmaterial de la humanidad. (A la celebración de Corpus Christi con diablo)


Herencia diabla


Los diablos fundadores y los de antaño, preservaron el legado, pasaron la batuta y multiplicaron y difundieron la tradición y el conocimiento, por eso ha perdurado en el tiempo, en el corazón y en la memoria de los tinaquilleros.


Máquina de cachos


Antiguamente, la creación de los cachos era una tarea ardua, se tenían que tallar a mano, pero hoy en día evolucionaron y simplificaron ese trabajo, ya que ahora cuentan con un torno especial, para cortar, fisurar y moldear los cachitos.


La maraca que más retumba


La maraca del líder de capataz es la más especial, es la que más suena y retumba con autoridad, ya que es la que guía y marca los ritmos al grupo de diablitos tinaquilleros.


De que vuelan, vuelan


Los diablitos tienen sus creencias con respecto a lo maligno y se han presentado casos inexplicables de presencias y como de que vuelan, vuelan todos tienen su protección, que es una pequeña cruz de palma bendita, que llevan dentro del traje.

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